"Descartes, los sueños y la razón: una reflexión personal"

 En la noche del 10 de noviembre de 1619, René Descartes tuvo una serie de sueños que marcarían un antes y un después en su pensamiento filosófico. Aislado en un pequeño cuarto en Alemania, en medio de una intensa tormenta, Descartes soñó con vientos poderosos, una enciclopedia, un diccionario y una frase en latín que le preguntaba qué camino debía seguir en la vida. Para él, estos sueños fueron una señal casi divina, una revelación personal que lo convenció de que su misión era fundar un nuevo método para alcanzar el conocimiento verdadero. Este episodio, aunque aparentemente místico, fue decisivo en la construcción de su proyecto racionalista, que más tarde desarrollaría en obras como Discurso del método y Meditaciones metafísicas.

El sueño se conecta profundamente con su famosa frase “Pienso, luego existo” ya que simboliza el momento en que Descartes comienza a desconfiar de todo lo que lo rodea: sus sentidos, sus ideas, incluso su percepción de la realidad. Si en un sueño uno puede creer que está despierto, ¿cómo saber si no estamos soñando ahora mismo? Esa duda radical lo lleva a buscar un fundamento que no pueda ser puesto en duda, y lo encuentra en el acto mismo de pensar. Incluso si todo es falso, el hecho de dudar ya implica que hay alguien que duda. Así nace su primer principio indudable: la existencia del sujeto pensante.

Este episodio también revela la postura esencial del racionalismo frente al conocimiento: solo a través de la razón no de los sentidos ni de la experiencia empírica podemos alcanzar certezas absolutas. Para Descartes, el método matemático y la deducción lógica eran los caminos hacia verdades incuestionables. Sin embargo, en mi opinión, aunque la razón es una herramienta poderosa, no creo que nos garantice certezas absolutas en todos los aspectos de la realidad. La razón puede construir sistemas coherentes, pero está limitada por nuestras capacidades cognitivas y contextos culturales. A veces, la realidad se presenta como ambigua, contradictoria o simplemente inabarcable, y pretender que todo puede ser explicado con claridad geométrica puede llevarnos a subestimar la complejidad del mundo.

Imagen surrealista de un sueño dentro de un sueño.